miércoles, 20 de julio de 2011

No se diga más: Solos llegamos...

Soledad, abandono, aislamiento, alejamiento, pena, melancolía, tristeza...por qué?
¿Por qué siempre relacionamos el hecho de estar solos con algo negativo? ¿Por qué no considerar el tiempo de soledad como tiempo para reflexión y autoconocimiento? 

Todos en algún momento de nuestras vidas hemos estado solos haciendo frente a algún hecho circunstancial, y aparentemente no morimos en el intento.

De un modo u otro encontramos solución a las adversidades, es cuestión de confiar en nuestra capacidad, finalmente ser independiente puede llegar a ser muy práctico.

Por naturaleza somos seres sociales y buscamos rodearnos de otros individuos, pero también es un hecho que al buscar compañía podemos convertir la dependencia en una patología, nos convertiríamos en personas demandantes de atención y buscaríamos estar con alguien todo el tiempo sin importar la calidad de la compañía.

Si bien es cierto que no podemos aislarnos por completo, es también una realidad que debemos aprender a convivir con la soledad, aceptar la compañía de uno mismo y vivir en paz con la propia conciencia. Al final de cuentas la soledad es sólo un estado de transición, no es necesario percibirla como un hecho traumático.

Así como hay tiempo donde es necesario comunicarnos y convivir con los demás, también existen momentos donde es necesario estar solos y hacer contacto con nosotros mismos, "hablar" con nuestros miedos para "convencerlos" de que se alejen de a poco.

La clave es equilibrar los momento de expresarnos y atender a otros (o ser atendidos por otros), y los momentos que dedicamos a pensar en nuestras propias cosas. 

Solos llegamos y solos nos vamos, no se diga más!

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